Diez años hace del fallecimiento del carismático líder de la Organización para la Liberación de Palestina, la OLP, y primer presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yaser Arafat. Una década tras la cual el conflicto entre israelíes y palestinos sigue activo y a punto de vivir un nuevo levantamiento o intifada por el reciente conflicto en la explanada de las mezquitas de Jerusalén y la operación Margen Protector ,de Israel contra Gaza. Pero, lo más grave y lo que hubiera descorazonado a Arafat es la actual dispersión de esfuerzos en las filas palestinas, que no hace sino diluir la poca fuerza que todavía conserva la causa de este pueblo, en un entorno sumido en una de las crisis más graves de la era contemporánea. Y es que, a la división física de los menguados territorios palestinos entre Cisjordania y Gaza, se añade además la división política entre los herederos de Arafat, o lo que es lo mismo, Abu Mazem, líder ahora de Al Fatah y presidente de la Autoridad Palestina en Cisjordania, y Hamás, encabezado por Ismail Haniyah, Jaled Marchal y Mahmud Zahar, en Gaza. La grave corrupción en el Gobierno de Al Fatah hizo que muchos palestinos dieran su confianza en el 2007 a Hamás, sin ser muy conscientes de que sirve a otros intereses ajenos a los palestinos. Hoy Gaza vive más sitiada por el régimen islamista y retrógrado de Hamás que por el cerco israelí. Pese al pacto de este verano, la distancia ideológica y la rivalidad política entre Al Fatah y Hamás no hace sino presagiar una nueva operación de castigo a Gaza mientras Cisjordania prospera y sigue buscando el reconocimiento internacional de Palestina.