De Quevedo a la Pantoja

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

04 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Quevedo sabía de lances de política, de lances de letras, de lances de vida. Intensa también ha sido la biografía de Isabel Pantoja. El primero sufrió destierro y penas. A la segunda le dice la Audiencia que ingresa en prisión sí o sí. Comenta, dolido, su abogado que la condenan los medios y no los hechos. Mucho decir es, pues delito, visto lo que ha sentenciado la Justicia, hay. Pero ¿por qué mezclar a Quevedo con la Pantoja? Sencillo: los dos vivieron y viven en la misma cesta de este país de fruta podrida. Ya en El Buscón (que puede ser de 1604, aunque vio la luz en Zaragoza en 1626), Quevedo escribió unas líneas fabulosas que no tenían nada de fábula. Le habla nada menos que su padre al que sería el Buscón Don Pablos y este es el consejo que le da: «Quien no hurta en el mundo, no vive. ¿Por qué piensas que los alguaciles y jueces nos aborrecen tanto? Unas veces nos destierran, otras nos azotan y otras nos cuelgan, aunque nunca haya llegado el día de nuestro santo. No lo puedo decir sin lágrimas -lloraba como un niño el buen viejo, acordándose de las veces que le habían bataneado las costillas-; porque no querrían que, adonde están, hubiese otros ladrones sino ellos y sus ministros». Escrito, repito, hace más de cuatro siglos. Por Quevedo. Es como si, con el tiempo, no se hubiesen corrido de sitio las estrofas, aunque jueces, alguaciles y políticos justos los hay. Siempre habrá fruta podrida en el cesto. Siempre. El caso es tocarla o no. Contaminarse o no.