Intente coger un alfiler con guantes de boxeo. Imposible, ¿a que sí?, porque para coger un objeto tan pequeño se necesita una pinza que sea de su tamaño. Pues para ver objetos pequeños existe un problema análogo. La luz es una perturbación eléctrica y magnética que tiene una zancada del orden de media milésima de milímetro. Es una pinza ciertamente pequeña, que nos permite ver cosas de ese tamaño con lentes adecuadas; pero si lo que queremos ver es un virus, que puede tener diez veces menos tamaño que esa zancada de la luz, la tarea se antoja tan difícil como coger el alfiler con el guante de boxeo. Durante más de un siglo se creyó que no había solución? hasta hace dos décadas, cuando dos norteamericanos y un alemán consiguieron romper ese límite, haciendo brillar aquello que se quiere ver y aprovechando eso de dos modos distintos. Por seguir en la analogía, lo que hicieron es como cavar todo el suelo que rodea al alfiler, de modo que este pasa a destacar en la cumbre de una pequeña montañita, haciéndolo más asible. Acaban de ser recompensados con el Premio Nobel de Química 2014, por hacernos visible un nuevo mundo.