El rey Artur

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

15 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

No hay mesas redondas para el rey Artur. Hubo un momento en el que Mas creyó que dominaba el trapecio en el circo de la política y cogió impulso para dar un salto mortal. Adelantó las elecciones esperando que los catalanes lo coronaran. No calculó la velocidad de la curva que tomaba y gran parte del peso del voto se desplazó a ERC. Para no caerse Mas se agarró entonces a la red de la ola independentista. Y eso pese a que en el 2002, Mas aseguraba: «El concepto independencia lo veo un poco anticuado y oxidado». En el 2012 decía: «La independencia clásica no nos conviene». Será que el tiempo corre al revés. Durante estos años sus parodias se han convertido en un clásico de la televisión catalana. Bajo la lente del humor, el president es un personaje que se tapa la boca con la mano como si fuera a toser, pero en realidad está lanzándose piropos a sí mismo (¡guapo!) simulando que vienen del público. Y se ríe a carcajadas de sus propios chistes. Si no fuera por el lío, le encantaría ser presidente de un Estado propio. Pero seguramente tampoco hubiera desdeñado ser príncipe de un Principado, Papa en un Concilio o Elvis en Las Vegas. Coquetear con la independencia es el peligroso atajo que ha elegido para salir del lío, de su lío particular. Sin embargo, para Oriol Junqueras siempre ha sido el destino del viaje. Mas le ha allanado el camino a ERC con el asfalto del «España nos roba» y ahora se pasa al lenguaje bélico, asegurando que el enemigo es el Estado español. Es curioso que los que piden sensibilidad ante el hecho diferencial se entreguen a una brutal generalización y metan en el mismo saco de basura a Blesa y al preferentista. Por cierto, ¿dónde metemos a Pujol? Ah, que lo suyo fue solo fuego amigo.