Respuestas de un experto de la Organización Mundial de la Salud. «A nadie se le había ocurrido pensar nunca que el ébola estuviera en la parte occidental de África». Otra respuesta: «Ha cogido desprevenido a todo el mundo». Más: «No sabemos si esta cepa tiene mucha distancia genética con respecto a las que provocaron los brotes en Congo anteriormente». Análisis de «a nadie se le había ocurrido pensar nunca, ha cogido desprevenido y no sabemos»: los expertos de la OMS no saben no contestan sobre la relevante crisis del ébola que ahora ha salpicado en España. Pero sigue: «Puede (¿puede?, ¿y el rigor?) que el ébola esté muy desperdigado por todo África y lo mismo pasado mañana aparece en Malí o en Burkina Faso. No sabemos ni la distribución del virus. Hay muchos países en los que puede estar presente y no lo sabemos». El virus viene de los murciélagos. Y el experto zanja: «Nadie ha estudiado el virus en los murciélagos sobre el terreno». Estupendo. Las respuestas del experto son todo un mar de tranquilidad, un mar de tranquilidad como el que hay en la luna. La pena es inmensa. Otra vez África abandonada a su suerte fatal. El primer mundo cierra sus puertos y aeropuertos. África solo nos ocupa cuando nos preocupa y nos puede salpicar. A África ya le llamaron el tercer mundo. A algunos de sus países hundidos en un cenagal de pobreza los descendieron al cuarto mundo. Ahora, con la maldición del ébola, caerán otro puesto y les golpeará encima el nuevo insulto: África y ébola, el quinto mundo. Pobre África.