Estigma

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

05 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

El próximo viernes será el Día mundial de la Salud Mental. Este año el lema elegido para conmemorarlo es «Abriendo mentes, cerrando estigmas». El día y el tema vienen muy a cuento porque se trata de aspirar a acrecentar la conciencia del público en torno a los problemas de salud mental.

La salud mental se define como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de amar y hacer una contribución a su comunidad. Cuando se pierde la salud mental lo que ocurre es sencillamente lo contrario.

En el mundo hay unos 400 millones de personas que sufren trastornos mentales, neurológicos u otro tipo de problemas relacionados con el abuso de alcohol y drogas. Es importante que sepamos que ninguno de nosotros es inmune a estos trastornos, no importa en qué país vivamos o si somos ricos o pobres.

Sin embargo, la sociedad sigue estigmatizando la enfermedad mental, la teme y la oculta. Locura y muerte son los dos temas clásicamente negados por la sociedad, lo fueron históricamente y lo sigue siendo aún hoy en día .

Uno de los motivos por los que esto sigue siendo así es el miedo a la locura que hace que no se quiera «saber» de ella -igual que se evita hablar del cáncer-; ese miedo que evita acercarse a ella y conocerla, con lo que el temor se acrecienta aún más. Eso es el estigma.

Estigma que no solo alcanza a los enfermos sino también a los profesionales que nos ocupamos de ellos.

El enfermo mental se oculta, se evita y se teme por desconocimiento e ignorancia, igual que los psiquiatras -como teoriza Iván Lerma- desencadenamos las siguientes reacciones en nuestros interlocutores: el psiquiatra es un médico loco, es un tipo que trata con fenómenos poco mensurables o filosóficos; o el psiquiatra tiene poderes mágicos que implican que te adivine el pensamiento. Nada más lejos de la realidad, los psiquiatras y los profesionales de la salud mental no somos los únicos que sabemos que las cosas no son lo que parecen, la única diferencia es que nosotros hemos hecho de ello nuestra profesión.

El estigma social no solo afecta a los enfermos mentales sino a los propios profesionales y a la disciplina entera. Luchar contra el estigma supone superar estas tres actitudes: el temor, la prevención y sobre todo la ignorancia acerca de lo que es un enfermo mental.

Que viene a ser desconocer los que somos todos, tanto sanos como enfermos.