Catálogo de vértigos

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

30 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Dentro de dos días, que además será lunes, estaremos en septiembre. Vuelta al trabajo de mucha gente, preparación del curso académico y político y a miles de empleados temporales del sector turístico les temblarán las piernas por la proximidad del final de sus contratos. Desde que los sindicatos inventaron los otoños calientes allá por la Transición, todos los septiembres han tenido algo de vértigo. El de pasado mañana inaugura un curso crucial para la nación española. Y estas son las cuatro asignaturas que España debe aprobar, de mayor a menor.

En la cúspide del Estado, la consolidación de Felipe VI. Dentro de menos de un mes sus primeros cien días, que es el clásico período de gracia. Ni una sola objeción a sus gestos y actuaciones; pero debe saber que a fecha de hoy tiene menos respaldo de partidos que su padre en 1978, porque se ha caído el apoyo de los comunistas y algunos barones socialistas, empezando por el gallego Besteiro, propugnaron el referendo sobre la monarquía. La primera urgencia real es reconquistar la izquierda, si no quiere parecer un monarca de derechas.

En la estructura territorial, Cataluña. En menos de dos semanas, la Diada, y después el riesgo de una inmensa insumisión ante el referendo. Lo más preocupante es que el Gobierno nacional se conforme con que esa consulta no se celebre porque la impide la ley. Ojalá sea así, pero esa sería la victoria de un día. El fondo del desafío, el desafecto a España, la creciente voluntad independentista, no desaparecen por eso. Se aplazará el problema, pero aplazar no es resolver. Y llevar a Cataluña a unas elecciones plebiscitarias que ganará el independentismo más intransigente es mucho peor que permitir una consulta.

En el horizonte próximo, las elecciones locales y autonómicas, con Podemos como nuevo invitado. El bipartidismo, ante otro examen. El PSOE, ante una auténtica prueba de supervivencia, con un líder en maduración, una sangría de votos por su izquierda y una difícil forma de hacer oposición sensata a su derecha. La alternancia en esos ámbitos de poder, amenazada por esa debilidad y la reforma de la elección de alcaldes. El ansia de perpetuarse en el poder, ostentosamente manifestada por el Partido Popular en esa reforma y en la reducción de diputados regionales.

Y como postre, esas cosas que los ministros anuncian a trompicones. Ayer, Ruiz Gallardón y la práctica eliminación de aforados. Clamoroso, por no decir escandaloso, que haya más de 17.000 personas que prácticamente pueden elegir juez. Adelante con los faroles, señor Rajoy. Pero permítame una pregunta: ¿No se podría hacer un plan de regeneración, y no andar así, de flor en flor, que a veces parecen las ocurrencias del Gobierno anterior?