De momento solo es un anuncio, pero cuando se pregona algo intensamente esperado, parece que ya se ha dado un paso. El anuncio lo ha hecho Esteban González Pons, portavoz del PP: la Comisión Europea va a contar con un comisario de Inmigración. Si se cumple, esa decisión significará que la Unión se implica de veras en una acción común para gestionar la avalancha que los países de frontera, como España, reciben cada vez con mayor intensidad.
Porque el flujo, aunque hoy parezca ocasional, sigue en aumento. Frontex, la policía de la UE teóricamente encargada de tratar este problema, acaba de publicar su informe sobre inmigración ilegal en el primer trimestre del año, y las conclusiones son vistosas. Es el período enero-marzo con más desembarcos en el Mediterráneo desde la primavera árabe del 2011. En Italia, las llegadas de desesperados por mar han sido siete veces superiores a las del mismo trimestre del 2013. El mayor control marítimo ha reducido el tráfico de pateras hasta las costas españolas, pero por las fronteras terrestres de Ceuta y Melilla han saltado tres veces más inmigrantes que hace un año.
La marea no cesará cuando Europa tenga una Comisaría de Inmigración. Pero habrá más capacidad política para llevar a cabo promesas como la de reducir la fuga actuando en los países emisores. Y para evitar vergüenzas como las que hemos sufrido junto a las vallas de Ceuta y Melilla.