La ciudad ha sido considerada en otro tiempo como un agregado de espacios abiertos y cubiertos, de lugares de reunión y de paso, con multiplicidad de usos, válidos para sostener las mayores opciones de comunicación entre los miembros de la comunidad. Hoy la ciudad es otra cosa. Desde la presión del automóvil, la calle ha sido desfigurada, deshumanizada, ha perdido aquel carácter de lugar de encuentro. El suelo urbano se ha rendido sin condiciones al vehículo de motor.
En determinadas encuestas (La calle, del MOPU) realizadas en nueve ciudades españolas se apunta que más del 70 % de los desplazamientos urbanos se realizan andando.
Es por lo que convenimos con Sanz Alduán, urbanista, autor del citado trabajo, la recuperación de la calle debe partir de planificaciones que consistan en favorecer los desplazamientos autónomos, andando o en bicicleta, la fuerza tranquila del tráfico urbano.