Valores de la Corona

OPINIÓN

23 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Lo que acaba de acontecer, que forma ya parte de la historia de España, se ha producido de una manera que no resulta extraordinaria. Si algo ha llamado la atención ha sido la normalidad del cambio. Se ha cumplido, sin más, lo previsto en la Constitución. No hay que darle más vueltas. Felipe VI es un rey constitucional como él mismo se ha presentado ante las Cortes Generales, representantes del pueblo español en el que reside la soberanía nacional. Es evidente que el escenario de la sucesión en la Corona -de dinastía histórica habla la Constitución- no es el de una presidencia en el Gobierno, aunque ésta sea más importante. Los actos se han llevado a cabo con la dignidad que aquella comporta y con sobriedad, desde luego mayor que el relevo en la presidencia de la democracia más relevante. El Estado ha funcionado a la perfección, con el respeto y la consideración internacional. Es un dato positivo a cuyo reconocimiento no estamos con frecuencia dispuestos. La Corona no es una rémora, sino un plus en la valoración exterior.

Era lógico que el primer discurso del nuevo rey haya sido examinado por el haz y el envés en una catarata de comentarios. Desde mi punto de vista, contribuyó a la sensación de normalidad en la sucesión en la Jefatura del Estado propio de una monarquía parlamentaria. No hubo sorpresas. Es difícil notar falta de atención a ninguna de las cuestiones que el país tiene planteadas y que, por conocidas, resulta innecesario recordar. Desde su función constitucional no era esperable que sacase de la manga soluciones o propuestas concretas. No se trataba tanto de entusiasmar como de transmitir sensibilidad y cercanía. Hizo guiños en todas las direcciones, incluidos los que por razones de edad o políticas o ideológicas pueden estar más lejos de la Corona: nuevas generaciones, iconos literarios republicanos, nacionalismos lingüísticos. Utilizando el desventurado símil del fútbol, en este comienzo de reinado más que arriesgar no deben cometerse errores. Una monarquía renovada para un tiempo nuevo sería el lema, con la significativa afirmación de una Corona íntegra, honesta y transparente. Monarquía que es deudora de la generación de ciudadanos que, con don Juan Carlos I, «abrió camino a la democracia, al entendimiento de los españoles y a su convivencia en libertad».

Queda por desarrollar una pedagogía eficaz del valor de la monarquía. Para qué vale un rey, dicho de una manera directa. Dejando el tema para otro momento, en los actos de esos dos días históricos han podido apreciarse valores humanos de la institución, que tiene por fundamento la familia y por donde puede cuartearse. Felipe VI rindió un homenaje de gratitud y respeto a su padre, el rey Juan Carlos I, y un emocionado tributo de gratitud a su madre, la reina Sofía, entre otros motivos, por su dignidad y sentido de responsabilidad. La rúbrica del valor humano de la Corona la puso la reina en el beso a su esposo don Juan Carlos en el balcón del Palacio Real.