Abdica el rey y llueven las hipérboles, los pleonasmos, e incluso algún que otro oxímoron. Hay tertulianos de lengua muy larga y memoria muy corta que, la misma noche de autos, se despacharon con la solemne afirmación de que el monarca saliente ha sido, sin mayores matices ni propósito de enmienda, «el mejor rey de la historia de España». Sic. Casi nada. Bueno, hubo por ahí un tal Felipe II y otro que respondía al nombre de Carlos III que tampoco eran mancos, pero para qué va a entrar el todólogo en detalles, matices y otras menudencias. Para eso ya están los historiadores y los científicos, que tienen la manía de ver siempre el claroscuro de los hechos. No sé por qué nos asombramos de estas fanfarrias y juegos acuáticos, porque el nativo hispano es hiperbólico por vía congénita. A nadie sorprende ya demasiado oír al sabiondo de guardia afirmando que la actual es la «peor crisis de la historia de España» o que, tras la marcha de Rubalcaba, el PSOE (fundado en 1879) «nunca se había visto en otra igual» (sic y otra vez sic). Habiendo garrotes, para qué se necesitan microscopios.