Cuatro retos urgentes para un rey

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

05 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

A quienes andamos por ahí, ganando el pan a base de hablar de cuanto ignoramos, nos hacen varias veces al día la misma pregunta: ¿Cuáles son los desafíos a que se enfrenta Felipe VI? Y uno, que para algo es de Lugo, responde: depende. Si pensamos en el propio don Felipe, tiene un enorme reto de entrada: suceder a su padre. Parece una tontería, pero no es sencillo ocupar el sitio de un hombre al que nos hemos acostumbrado a lo largo de casi cuarenta años; que con su sola presencia «llena» el trono; que, a pesar de todos los problemas, mantiene un altísimo carisma, y en una exposición pública permanente que hará inevitable las comparaciones. No es fácil aprobar esa asignatura.

Si pensamos en la institución monárquica, hay que tener presentes los datos demoscópicos: la valoración ciudadana está en descenso desde los primeros años del siglo XXI. El último barómetro del CIS (mes de abril) indica una levísima recuperación, pero insuficiente para hablar de retorno del prestigio perdido. Podría pensarse que se debe al escándalo Urdangarin y al episodio de Botsuana, pero es más profundo: comienza cuando aparecen en las encuestas los españoles que no vivieron el apogeo de la construcción de la democracia. Don Felipe tiene que ganar a esa población. Ignoro cómo se hace, pero por proximidad de edad es de esperar que lo intente y lo consiga. Para su padre era ya muy difícil y quizá fue una de las razones de fondo de la abdicación.

Si atendemos a una de las misiones que le encomienda la Constitución, la unidad de España, la sucesión llega en el momento crucial: cuando Cataluña tiene convocado un referendo de autodeterminación, el partido más independentista está siendo el más votado y no hay síntomas de entendimiento entre los gobiernos del Estado y la Generalitat. ¿Qué puede hacer un rey sin poderes ejecutivos para frenar la fiebre secesionista y hacer que España vuelva a ser querida en Cataluña? Nada que no haya podido hacer su padre. Pero es evidente que un jefe de Estado no puede aceptar por adelantado la división del país. Creo que veremos a don Felipe más por Cataluña que a todos los reyes y jefes de Estado que le han precedido juntos.

Y, si pensamos en la calle, en la opinión pública normal y corriente, lo que ayer comentamos: alguien tiene que hacer una labor educativa (¡Educación para la Ciudadanía!) para que no avance más esa simplista identificación de referendo y legitimidad. Eso se extiende como la pólvora. Lo hemos visto en Cataluña, y ahora vemos cómo parte del PSOE está dispuesto a romper el pacto constitucional, atrapado por esa seducción.

Conclusión: con que Felipe VI supere estos cuatro desafíos, ya reunirá méritos para hablar de él como un gran rey.