Cambio de rey: ¿regeneración democrática?

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

05 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Tardaremos en recuperarnos del revuelo mediático ocasionado por el anuncio de abdicación del rey. La decisión, muy en línea con lo sucedido en otras monarquías europeas y, muy esperada, dados los desafortunados acontecimientos de los últimos años, sin embargo, nos ha pillado por sorpresa.

Podemos discutir sobre si es el momento de cambiar el modelo de Estado, de llevar a cabo la reforma de la Constitución, tan necesaria en muchos aspectos, de si podemos permitirnos mantener a una Casa Real, etc. Podemos incluso, denostar la figura del rey, por la forma de gestionar el caso Urdangarin, por llevar una vida privada nada ejemplarizante, por no haberse adaptado a la evolución del país, pero lo cierto es que en muchos aspectos ha llevado a cabo una tarea sumamente útil para España. Una labor que no puede circunscribirse a la transición de la dictadura a la democracia, ahora que también se cuestiona su papel en el fallido intento de golpe del 23 de febrero, y que es preciso reconocer.

Obviamente habrá quien diga que ese trabajo podría ser desarrollado igual de bien por un jefe de Estado elegido en las urnas, cierto, pero, dado que no ha sido así, valorémoslo. Juan Carlos I, con sus luces y sombras, ha llevado a cabo una gran labor diplomática, en muchos casos susceptible de ser criticada por los personajes con los que se ha codeado. Ha mantenido estrechos contactos, por ejemplo, con los países de Oriente Próximo, que, de haber sido desarrollados más allá del aspecto comercial, habrían permitido a España ocupar un puesto internacional más relevante y beneficioso, además de jugar un papel más importante en el devenir de una región tan necesitada de voces serenas y negociadores hábiles. La inacción en este sentido no se le puede imputar, sino que es una manifestación más de la urgencia de una regeneración democrática.