Enhorabuena, señor

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

03 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Todos los que asistimos a algunas recepciones reales, sabemos que don Juan Carlos se caracterizó siempre por ser un rey afable, campechano y divertido, que era capaz de escuchar con agudeza y lucidez y que despertaba una enorme simpatía entre sus interlocutores nacionales e internacionales, sobre todo entre los iberoamericanos y los árabes. Después de la muerte de Franco, Juan Carlos I fue la imagen necesaria de una España moderna, democrática y europea, que vivió una casi continua prosperidad hasta hace bien poco. Quizá por esto también ha acertado tanto ahora al abdicar y dar paso a un príncipe de 46 años que figura como muy bien preparado para la nueva etapa.

No hay duda de que la llegada de la crisis económica y la suma de algunos errores de comportamiento del rey, ofrecieron la imagen de un monarca que parecía alejarse de sus propios méritos pasados. Pero pocas cosas serían más injustas que negar la mayor, es decir, los méritos inatacables de su liderazgo democrático y su dedicación generosa y abnegada al servicio de los intereses del Estado. Al abdicar ahora, es posible hacer un balance que ofrece un saldo muy positivo del conjunto de su trayectoria. Algo que podría empeorar con una prolongación interesada y generacionalmente desajustada.

Juan Carlos I pasará a la historia como el rey que hizo fácil el tránsito de la dictadura a la democracia. Es algo que nunca se le podrá negar. Era preciso que se hiciese lo que él hizo y que tal vez sólo él podía hacer. Y lo hizo bien, con largueza y amplitud de miras. Otros fallos -que los hubo- se desvanecen ante la magnitud de este acierto. Ahora, al abdicar, pondrá en manos del príncipe Felipe una España ya distinta, en una encrucijada social y política que es preciso afrontar con energía y destreza.

Hace dos décadas, tuve la oportunidad de encabezar el equipo de la agencia Efe que entrevistó al príncipe Felipe cuando cumplió 25 años. Desde entonces creo que su buena formación y su sensatez son una garantía de futuro. Pero estas páginas aún están por escribir, claro. De momento, y como ciudadano, solo me queda felicitar al rey Juan Carlos I por su decisión. Creo que ha acertado y el acierto siempre merece la enhorabuena.