Golpe militar en Tailandia

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

29 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El conflicto social en el que se halla inmersa Tailandia no es un fenómeno reciente, como tampoco lo son los golpes de Estado, más de veinte desde 1932. El descontento actual hunde sus raíces en el enfrentamiento entre defensores y detractores del que fuera primer ministro, Thaksin Shinawatra, multimillonario de las telecomunicaciones, ganador de las elecciones en el 2001 y el 2005, y quien, acusado de corrupción, se vio forzado a repetir el proceso electoral en el 2006. Tras el mismo, y aprovechando su ausencia del país, el Ejército dio un golpe de Estado, estableció la ley marcial, redactó una nueva Constitución, declaró ilegal su partido, el Thai Rak Thai, y convocó nuevas elecciones en el 2007. Restaurada la democracia, el nuevo primer ministro, Samak Sundaravej, del Partido del Poder del Pueblo, vinculado a Thaksin, también fue forzado a dimitir por participar en programas de televisión mientras se encontraba en el Gobierno.

Tras una sucesión de varios primeros ministros, Abhisit Vejjajiva, opuesto a Thaksin, se vio obligado a afrontar masivas protestas en su contra desde el 2009 hasta la convocatoria de elecciones en el 2011. En estos comicios, el partido pro Thaksin, Pheu Thai, obtuvo una victoria arrolladora que aupó al Gobierno a su hermana Yingluck. La ley de amnistía que Yingluck pretendía aprobar, y que traería de vuelta a Tailandia a su hermano Thaksin, hizo salir a la calle a los opositores.

Es en este clima de tensión y enfrentamiento constante entre opositores, pertenecientes a las clases medias urbanas, y defensores de Thaksin, del ámbito rural, en el que el Ejército toma las riendas del país para estabilizarlo, mientras la venerada figura del rey ya no puede apaciguar los ánimos debido a su precario estado de salud. Con un país dividido y el Ejército en el poder, Tailandia vive el enésimo intento de retomar una democracia que cada vez resulta más esquiva.