Uno desconfía genéticamente de los políticos porque desde su tierna infancia sabe que el Estado es el enemigo, la autoridad que prohíbe a los niños de tres años pisar la hierba de los parques. Dice Soraya S. S. que no cobró sobres, que solo recibió un sobresueldo del partido. Ya, pero aquí quien contrata son los españoles y son ellos quienes fijan su sueldo, y no quieren que se pague más. Porque los fondos del partido, en un porcentaje muy alto, salen del mismo bolsillo, el nuestro. Y si es insuficiente, ¡no acepte usted el empleo! Pero ahora están apareciendo otros enemigos nuevos. Primero fueron los sindicatos, cuyos liberados uno pensaba que utilizaban sus horas libres pagadas con nuestros impuestos en sus propias labores de oficina o de administración, pero resultó que no, que para eso contratan empleados a los que a veces explotan o despiden en perversa paradoja. Empleados que terminarán formando sindicatos para defenderse de los sindicatos. Sindicatos que están procesados por timarnos a usted y a mí con los cursos de formación. Y ahora está lo de la música. Parece que lo que los piratas se niegan a pagar es la pensión multimillonaria de Teddy Bautista. Que todos los años, de los dineros de las peluquerías, de los bares y de las bodas, trescientos mil euros se van a la cuenta corriente del famoso ejecutivo musical. Eso hace mucho daño a sus colegas, claro, cuyo furor recaudatorio pierde fuerza moral, pero sobre todo a usted y a mí que pagamos y pagamos y pagamos?