Aznar, el marginado

OPINIÓN

29 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Está bastante claro que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no sabe qué hacer con el presidente del Gobierno José María Aznar. Lo aprecia, sin duda. Le está agradecido por haberlo nombrado sucesor. Lo admira por algunos resultados de su política, básicamente económica. Pero, cuando llega la hora de contar con él, no sabe cómo hacerlo ni dónde colocarlo. Debe ser que Rajoy le teme más que a un nublado. Sabe que cuando Aznar abre la boca sube el pan, que cuando hace una entrevista se le escapa una crítica, y que es mejor tenerlo callado que dándole tribunas. En boca cerrada no entran moscas ni salen improperios.

La última, como saben los lectores, es que Aznar quedó descolgado de la campaña electoral del PP al Parlamento Europeo. Se cayó de la lista de mitineros. Y no parece que quien ha dado tanto poder y tanta gloria al PP pueda ser olvidado así por quienes le deben casi todo en su carrera. La política es desagradecida, pero no tanto. Y Aznar lo sabe o, por lo menos, lo intuye. Por eso ayer se dejó ver en la conferencia de su mujer, Ana Botella, y no se privó se expresar su descontento: «No he tenido ninguna noticia del PP». No es una declaración que cambie el rumbo de la historia, pero es una queja formal que expresa ante la opinión pública, para que la sociedad la conozca. Se puede traducir así: «Estaría dispuesto a echar una mano, pero no han contado conmigo».

El tiempo dirá si excluirlo de la campaña ha sido un acierto o un error. De momento, no parece muy coherente por esta razón: el único problema electoral del PP no es perder votos por su izquierda, sino recibir el castigo de sus afines: las víctimas del terrorismo y sus simpatizantes, que se pueden decantar por Vox; los españolistas acérrimos, que encuentran más contundencia ante los catalanes y demás separatismos en Rosa Díez y su UPyD, y los desencantados de todo, que sienten gran atracción por Albert Rivera y Ciudadanos.

¿Cómo se hace frente a esas probables fugas de votos? Según destacados miembros de la candidatura del PP, con un discurso «más próximo a la Alianza Popular de Fraga que al reformismo de Rajoy». Provisional, por supuesto, pero adecuado a las necesidades actuales. ¿Y quién podía ser la persona que mejor conectara con esos sectores de votantes? Quien mejor representa la dureza con los terroristas y con los independentistas: José María Aznar. Pero está claro que el desencuentro personal puede más que la razón ideológica. Puede más el antecedente crítico de Aznar que su aportación actual. Y esto me sirve para completar el diagnóstico que este sábado hacíamos de Rajoy: nadie puede esperar de él una palabra agresiva. Pero sí que practique como nadie el arte de la marginación.