Dos genios

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

23 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

No bien acaba der irse Gabriel García Márquez y ya vuelve William Shakespeare. Se cruzan. Son esos muertos que no mueren, que caminan sobre las aguas del tiempo, de los siglos. Los elevan las palabras. Cuando todavía luce luto Macondo, aunque sea luto de colores, Gran Bretaña celebra los 450 años del nacimiento de su más grande escritor. Uno de esos nombres que hacen antiguos a la mayoría de los modernos. Con frases que podrían haber sido escritas ayer mismo para House of Cards, Juego de tronos o Breaking Bad. Con las pasiones de siempre contadas como nunca, por mucho que llueva. García Márquez deja obras que podrían haberse escrito mañana por la mañana. Más allá de las disquisiciones profundas sobre su estilo y su universo, basta una sola brizna de uno de sus libros para apreciar su talento. ¿Quién no se ha sentido fascinado al comprobar que es capaz de matar al protagonista en la primera frase y después mantener la novela más viva que la vida misma? ¿Quién no ha leído el arranque de Crónica de una muerte anunciada pensando que ese anzuelo era veneno y se acabó tragando todo el hilo? «El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo... ». Y, después del tobogán, la montaña rusa. Como diría Alfred Hitchcock, eso sí que es empezar arriba y seguir subiendo. Shakespeare y García Márquez. Ellos sí que fueron reyes de la aldea global. Los que han tejido las telas de araña más hermosas. Los que invitan a que los seres humanos no se sientan como moscas. Volverán a cruzarse. Y Hamlet charlará con Arcadio Buendía a la sombra de un castaño.