Toda crisis es una oportunidad. Los expertos no se cansan de repetirlo. Y tiene razón. Michael Jordan dejó muchas perlas sobre una pista de baloncesto. Esa canasta imposible en el último segundo que le valió uno de sus títulos. Pero también, como todo líder, ha dejado muchas perlas sobre la motivación. En estos tiempos que parece que te rodean y acosan por todas partes, lo último que hay que hacer es bajar los brazos. Es duro, pero nunca hay que perder la mirada. El jugador siempre repite que se convirtió en una estrella de los Chicago Bulls por su capacidad de lucha. Por intentar una y otra vez encestar, por muchas veces que fallara. Pero el mejor pensamiento de ese deportista que era capaz de volar sobre la pista es de los que conviene no olvidar. Y dice: «Algunas personas quieren que algo ocurra, otras sueñan con que pasará y solo unas pocas hacen que suceda». Es una genialidad sobre lo mucho que perdemos el tiempo (nuestro bien más preciado) hablando de nuestros deseos, coqueteando con nuestros sueños pero sin atrevernos a hacerlos realidad. Jordan te invita a ser de ese selecto club de personas que dejan de darle vueltas a algo y que simplemente hacen todo lo posible por cambiar las cosas. Adelante, siempre. Y mejor si el tiro es de tres.