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Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

23 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Está demostrado que las cremas reductoras de grasa solo sirven para gente que no tiene lorzas que reducir -interrumpió la charla que mantenían las mujeres-. ¿Y tú de dónde sacas eso, las has probado? -contestó ella-. Puso cara de contrariedad y se marchó airado. Ya en la alcoba comenzó a bramar: ¡Me has dejado en ridículo, me has humillado? es una falta grave de? de ? insubordinación conyugal ¡Es intolerable! Y continuó dando vueltas como un oso a paso de legionario por la habitación.

«Cálmate Paco que te va a dar algo, te va a subir el azúcar y la tensión. No pasa nada, solo estamos en desacuerdo sobre la utilidad de las cremas».

Lejos de apaciguarse, se encolerizó aún más y la fulminó con la mirada, una mirada de tebeo, de esas que salpican bombas, cuchillos, rayos y culebras.

Vista la imposibilidad de poder esquivar el tsunami androgénico que se abalanzaba, se levantó de la cama y se fue de puntillas tarareando un «mira guapo, ya se te pasará».

Aún siguió escuchando un rato los improperios, cabezazos y estirones de pelo que se propinaba el desairado poseído de una ira satánica. Nueve meses de silencio y la deportación a otra cama recondujeron la situación.

Deja ya de mirarle el culo a la camarera, por favor -le soltó un codazo. ¿Eh? replicó él con cara vaginal. Si quieres ir a mirar culos vete solo, no me lleves a mí, toda la vida igual. -continuó pullando ella- ¿Qué tiene que ver que le mire el culo a esa tía contigo? Se me van los ojos, ¿qué quieres que haga? Ella rechazó el armisticio con un rotundo: eres un cerdo.

Estas historias son reales, cualquier parecido con la fantasía es pura coincidencia.

Al final, todas tratan de lo mismo: la lucha por el control sobre la conducta del otro. No tenemos remedio. Dicen los terapeutas sistémicos que una solución para no caer en escenas así, es conseguir dejar de controlar, para pasar a controlar que no se controle, pero siempre controlando. En definitiva, que tenemos un gen o alguna grabación en el software, que nos determina a buscar constantemente una jerarquía en la relación. A querer controlar al otro. La gente que sufra o haya sufrido una crisis de ansiedad sabe perfectamente que siempre late el mismo pánico a perder el control de uno mismo.

El éxito del alcohol, las drogas y sus nefastas consecuencias está en el placer de hacernos perder el control.

La falta de control de muchos responsables públicos está llenando los juzgados y poniendo en solfa a todo el sistema de convivencia. Lo que demuestra que sin controles estamos perdidos. ¡Vaya por Dios!