Por fin sin ETA

OPINIÓN

22 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Me tocó vivir muy de cerca los tiempos en los que habíamos perdido la esperanza. Solo la dignidad y la solidaridad con los compañeros que habían sido víctimas nos mantenía en la vanguardia de la lucha por la democracia en Euskadi. Incluso con hechos muy singulares: salíamos de casa sin saber si volveríamos. No importaba demasiado el credo político e ideológico del compañero de aventura por la libertad. La política se movía entre nacionalistas y constitucionalistas, o entre quienes denunciábamos la indecencia de la violencia como instrumento político. Tal situación se clarificó mucho con la marcha del lendakari Garaikoetxea y la llegada del lendakari Ardanza, quien suscribió un compromiso rotundo por la normalización y pacificación más allá de las condenas y pésames tras los atentados.

Hoy más que nunca recuerdo a Fernando Buena, Goyo Ordóñez, Fernando Múgica. O a aquel comandante del cuerpo de Miñones de Álava cuya hija de la misma edad escolar que mi hijo fue testigo del asesinato de su padre -Chuchi Velasco- cuando la dejaba a las puertas del colegio.

No nos engañemos. ETA ha sido derrotada por la unidad de los demócratas. Por la colaboración internacional tras los atentados de las Torres Gemelas. Por la perseverancia de quienes dieron la cara o cumplieron con su deber, tragándose el miedo, sacrificando sus vidas en continua libertad vigilada por escoltas y renuncias a ser ciudadanos -doce años en mi caso y en el de mi familia.

ETA nunca reconocerá la ignominia de sus métodos para imponer la construcción nacional, doctrina en la que coincidía con el PNV y EA, no así en los medios, aunque tengo razones para afirmar que al PNV de Arzalluz la fuerza mediática del terrorismo le facilitó competencias y capacidades de autogobierno.

ETA dejará las armas. Lo ha pactado a través de los mediadores. Hay una hoja de ruta con gestos hacia la reinserción de sus gudaris presos.

Su arsenal ya no les sirve para nada, salvo alguna salida del redil para exaltados. Pero que nadie espere su renuncia a la historia en la que siguen afirmando que el fin requería de sus métodos, y las víctimas eran daños colaterales.

Más importante que la foto de la entrega de armas es la seguridad de no volver a justificar la violencia en nombre de los supuestos derechos históricos del pueblo vasco, que fueron causa de la continuidad de ETA más allá del franquismo.