Destino

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

17 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Le llamó destino y a él fio casi toda su vida. O sin el casi. Como si se hubiese enamorado de él, llegó a pensar que existía. Que el destino era algo real. Siempre fue una mujer calculadora y tenía claro que su meta era llegar a lo más alto. Nada de medianías. Y a esa tarea se entregó con el mayor de los esfuerzos. De tal manera que fue dejando de lado algunas de las suculentas y atractivas cosas que la vida nos ofrece. Ella decía que el destino le tenía preparado ese lugar y mientras seguía pasando el tiempo, y con el tiempo se le iba yendo la vida. Pero la joven, ya no tan joven, continuaba empeñada en el destino, en su meta, en ir hacia arriba, aunque arriba no hay nada. Solo, dicen los que llegaron, hace más frío y se está todavía más aislado. El destino, menudo desatino. Cuántas biografías se han estragado por el empeño cerril en lograr algo que simplemente no va a suceder. Los sucesos no son fórmulas matemáticas. Decía Octavio Paz que cualquier decisión invalida mil futuros. Y obsesionarse es uno de los daños más grandes que se puede hacer el ser humano. Lo que tiene que pasar llega. Cierto que no hay que bajar los brazos ni esperar milagros, pero tampoco hay que pelear sin sentido. Siempre hay un centro. Un lugar cálido, donde se está mucho más a gusto que en los extremos.