Decía anteayer Roberto Blanco Valdés que los exámenes con el plan Bolonia son «un puro despropósito»: pruebas cuatrimestrales tras las vacaciones de Navidad y en mayo, y las recuperaciones concentradas en junio y julio.
No le falta razón. ¿Qué sentido tiene aglutinar los exámenes en un auténtico esprint? ¿A quién se le ha ocurrido pensar que un alumno que no ha sido capaz de aprobar en mayo una asignatura cuatrimestral va a sacarla quince días después?
Es una obviedad, pero la Universidad debe ser la institución que ayude a los jóvenes a formarse, a adquirir los conocimientos necesarios y a desarrollar sus ideas. Sin embargo, este esprint de exámenes a lo único a lo que conduce es al viejo sistema en el que los alumnos estudian y aprueban, pero al final no aprenden.