Irak, rehén del terrorismo

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

06 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Irak está dividido en 18 provincias. La más grande, Anbar, situada al oeste del país, hace frontera con Siria, Jordania y Arabia Saudí. De todo el territorio iraquí, es la más inhóspita. En la década de los veinte del siglo pasado fue objeto de muchos asaltos por tribus adeptas a la casa de Ibn Saud. En ese período histórico toda la configuración de Irak se encontraba en disputa. Desde la unión forzada de las provincias de Basora, chií; Bagdad, suní, y Mosul, kurda, hasta las líneas rectas con las que se trazó la provincia de Anbar.

Esta región, surcada por el Éufrates, concentra su población en las localidades de su ribera: Ramadi, Faluya y Hadita. Es un feudo suní, donde la resistencia a la invasión occidental cobró tintes numantinos, sobre todo en Faluya. Con la desaparición de las fuerzas de seguridad del país, tras el derrocamiento de Sadam Huseín, esta zona fue permeable a la entrada de terroristas cuya derrota aparente se cobró un alto precio en sangre. La concatenación de atentados en el 2013 y el campamento de protesta suní alentaron el envío de tropas para combatirlos. La prepotencia del chií Al Maliki hizo que las fuerzas tribales suníes, en lugar de apoyar al Ejército, se mantuvieran al margen.

Faluya hoy es un feudo de los terroristas del Estado Islámico de Irak y Levante, los mismos que controlan el norte de Siria. Divisiones estatales irracionales, poblaciones subyugadas, falta de control fronterizo y abandono internacional convierten a esta área en un posible foco de contagio bélico en un área a punto de estallar.