Se este banco é galego que o demo me leve

OPINIÓN

19 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Así lo decía Dios bendito -al ver cómo se había desviado su proyecto de creación- en el poema de Curros Enríquez: «Se este é o mundo que eu fixen que o demo me leve». Y así lo digo yo, con toda libertad y sentido, al ver cómo aquella «caja solvente, gallega y no bancarizada», por la que la Xunta le vendió su alma al diablo, llega a su destino convertida en un banquito, de capital íntegramente venezolano, sujeto a todas las turbulencias propias del país en el que nació Banesco, y pendiente del azaroso programa económico y monetario que está trazando Maduro. A Núñez Feijoo, autor de la famosa jaculatoria tantas veces repetida - «una caja solvente, gallega y no bancarizada»- le salen las cuentas, y siente el orgullo de haber salvado el «sistema financiero gallego». Pero a mí no me salen, y creo que esta triste historia se merecía -¡y pudo tener!- un final más feliz. Lo que pido ahora es que sea verdad que Hugo Chávez se encarna en un pajarito, o que su cara aparece -como en Bélmez- en las estaciones del metro de Caracas. Para ver si -¡de milagro!- salimos bien de esta, y si el conductor del autobús deja de ser el regulador de la matriz de NCG. Porque este proceso suena a improvisación y a empate entre los grandes, y todo apunta a que los milagros prometidos para este país que tanto los necesita van a caber en la copa de un sombrero.

Mientras este país que quiere dividirse se llena de inversores de alto fuste, como Bill Gates, que a decir de Margallo «refuerzan la marca España», a nosotros nos tocan México, el famoso constructor de barcos, cuyo know how es conocido desde que Cortés quemó sus naves, y Venezuela, cuyas finanzas son un caos, y cuyo milagro económico consiste en rebajar por decreto las pantallas de plasma. Y, dado que esto va de finanzas y créditos, y todo nos lo explican como si fuese Jauja, conviene que empecemos a preguntarnos qué es más lógico y probable: ¿que Banesco coja nuestros euros para llevarlos a Venezuela, o que acumule bolívares devaluados para prestarlos en Galicia?

Pero esta pregunta no va a durar en la agenda. Porque hoy mismo va a comenzar la apisonadora mediática para convencernos de que Banesco es el «santo advenimiento», que los gallegos no nos merecemos tanta suerte -como decía Romay por Fraga-, y que toda España se está babando de envidia al ver que Dios escribe derecho con líneas torcidas, y que la sarta de disparates que destruyó nuestras cajas se resume finalmente en esta «caja solvente, gallega y no bancarizada» que por fuera parece un banco venezolano y que por dentro es una cuenta mancomunada de Castelao y Rosalía Castro juntos. Así que ¡a brindar!

Con espumoso boliviano, supongo. Y a rezarle al Dios de Curros como le rezaba Job al Dios de nuestros padres: «Él me lo ha dado, Él me lo ha quitado, bendito sea su santo nombre». Amén.