Voy a cantarles un corrido muy mentado

OPINIÓN

01 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Este corrido es tan mentado y tan largo que, habiéndolo iniciado Feijoo en vísperas electorales, nadie sabe qué mariachi va a llevarlo a esa apoteosis final de tequila, guitarrones y trompetas en la que con solo seis palabras -«y fue borracho, parrandero y jugador»- se explica la historia.

En términos económicos es incomprensible que Pemex haya comprado «el mayor astillero privado de España», en el que se encierran «más de cien años de conocimiento», por solo 5,1 millones de euros, y que nadie pueda explicar por qué se entrega tan sustanciosa propiedad material e inmaterial sin decirnos qué cautelas se han establecido para asegurar la posterior capitalización y viabilidad del astillero y que los mexicanos no se hayan hecho con esta ganga para expoliarla de su know how y abandonarla después.

Por eso no les puedo ocultar que, deseando que todo nos vaya muy bien, y que hagamos docenas de floteles, la operación me da mala espina, por más que el lejano final de esta historia le permita encandilarnos con brillantes episodios iniciales y con una fanfarria de propaganda política que no se la salta un galgo.

Aunque Pemex opera en este caso a través de una empresa con personalidad jurídica propia, ninguno de los expertos consultados entiende por qué una empresa petrolera, en vez de contratar los servicios de flotas especializadas, se hace también armadora; por qué haciéndose armadora irrumpe también en la construcción naval; y por qué siendo todo esto, y teniendo disponibles -supongo- los enormes astilleros de Navantia-Ferrol, compra un astillero que no puede construir petroleros. Un tema para Iker Jiménez.

Visto ahora desde Galicia, nadie puede explicar por qué se entrega un astillero con tanto futuro en vez de recapitalizarlo; y por qué somos simultáneamente capaces de llorar por cualquier empresucha que nos compran, mientras tiramos cohetes por esta gran empresa que regalamos, o por el banco nacionalizado que queremos mandar a un destino cuanto más lejano e incierto mejor.

El padre Astete me hubiese resuelto este problema diciendo que «doctores tiene la Iglesia que lo sabrán responder». Pero yo les digo que, entre el montón de doctores que tiene la Universidad, ninguno me supo poner en la pista de tanta ingeniería financiera.

Y por eso confieso que ayer mismo, cuando pasaba por Vigo, entre las dos factorías de Hijos de J. Barreras, S.?A., me quedé mentalmente bloqueado, y que lo único que se me ocurrió fue echar este grito: «¡Qué lindo es Jalisco!».

Palabra de honor.