De Benedicto a Francisco

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

12 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Le han llamado Fouché, Maquiavelo, Richelieu y hasta genio tenebroso. Pero, en pirueta magistral, Rubalcaba sorprende a sus más conspicuos enemigos y se reinventa como un Francisco dispuesto a acabar con los males y el poder de la curia de Ferraz, dedicada a lo suyo e incapaz de conectar con la calle si no es por Twitter. Predica ahora la vuelta al socialismo de la calle y la trinchera, como un Bergoglio que prefiere lavar los pies de los andrajosos antes que enfundarse el anillo de oro del Pescador. Su problema es que no se puede ser a la vez Francisco y Benedicto. Y que todos sabemos -él el primero- que lo suyo no es desgañitarse hasta quedarse sin voz ni mostrarse desmelenado, cercano y sentimental, como ha hecho este fin de semana, sino urdir estrategias con la máxima frialdad, depurar al disidente y lanzar dardos venenosos en bajito, como hacía Ratzinger. Después de décadas dedicado a la razón de Estado, Rubalcaba llama ahora a los suyos a tomar la Bastilla. Pero hacer la revolución sin apearse del trono es una tarea excesivamente audaz, incluso para alguien con el enorme talento que atesora este felino, que ha gastado ya siete vidas y que sigue sin embargo coleando.

Si es por la capacidad de los que quieren darle matarile, a Rubalcaba le queda cuerda para rato. Resulta inquietante escuchar a los supuestos aspirantes repetir el mantra de que lo importante son las ideas y comprobar luego que son incapaces de verbalizar un solo pensamiento elaborado. Lo suyo es decir frases hechas con sonrisa profidén, en el caso de Patxi López; callar ante todo, pero poniendo siempre gesto de gravedad, como Madina, o lanzar eslóganes de anuncio trabajados en un laboratorio, como acostumbra Carme Chacón. Que García-Page pueda ser el líder del PSOE es algo que solo cabe en su imaginación, aunque tampoco considera necesario tener un proyecto para ello. Quieren que les lleven en volandas a Ferraz, pero habría que recordarles a estos obispos seglares que quien entra en en el cónclave como papa, sale cardenal. Y si no, al tiempo.

Está bien lanzar mensajes incendiarios, declararse más rojo que nadie o comerse crudos a reyes y curas, pero para llevar a la grey hasta las urnas hay que creer de verdad en lo que se dice. El aparato socialista se hartó de insistir en que lo importante es el proyecto y no las personas. Pero, en el momento crítico de la conferencia, el secretario de Organización, Óscar López, salió a compadrear con los plumillas y a intoxicar un poco. Estuvo 20 minutos aventando doctrina. En todo ese tiempo, no habló de nada que no fueran las primarias. Y, aunque vendía unidad, se le veía tan satisfecho del castañazo que se acababa de dar el crítico Tomás Gómez, que casi se le adivinaban restos de sangre en la camisa.

No lo descarto. Pero si Rubalcaba llega vivo al 2015, más que con los papas Francisco o Benedicto, habría que compararlo con Houdini, el maestro del escapismo.