Un estribillo cargado de bombo

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

31 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

De los camerinos del Gobierno y aledaños han salido en tropel las charangas a la calle. Anuncian la fiesta que se avecina para celebrar la rehabilitación del paciente. Cada indicador publicado, a modo de instrumento de viento o de percusión, sirve para realzar el estribillo unívoco y machacón: lo peor ha pasado, comienza la recuperación. Ya tocamos el cielo con la mano.

Primero, un solo de trompeta: España abandonó la recesión en el tercer trimestre del año. La economía, en vez de seguir achicándose, creció una décima. Punto de inflexión, dicen los analistas más entusiastas. La melodía suena bien a lo lejos, pero en cuanto uno se acerca escucha ruidos molestos. Déjenme explicarlo. La demanda interna -consumo e inversión- sigue en caída libre: tres décimas menos en el trimestre de gloria. El sector exterior vino en su ayuda y aportó cuatro décimas. Lo hizo porque a cada paso somos más pobres y tenemos menos dinero para adquirir productos extranjeros. O sea, nos recuperamos a base de flagelarnos.

Después sonó la flauta: las ventas del comercio minorista crecieron después de 38 meses de caídas consecutivas. ¿Indicio de la reactivación del consumo? Pues no: la lectura del contador está trucada. Se basa en una comparación espuria. Las ventas en septiembre del 2013 fueron un 2,2 % superiores a las de septiembre del 2012, porque este último fue un mes de tiendas semivacías: ante la anunciada subida del IVA, los consumidores habían anticipado gran parte de sus compras. Suprimida la anomalía estadística, se comprueba que el consumo sigue su derrotero descendente: los comerciantes vendieron el mes pasado un 2,5 % menos que en agosto. Y un 7,1 % menos que hace dos años.

Paralelamente retumbó el trombón de Emilio Botín: «Es un momento fantástico, llega dinero de todas partes». Un torrente de capitales dirigido, según la precisa enumeración del profesor Albino Prada, a «comprar gangas en la bolsa, entidades zombi en el FROB e inmuebles de saldo en la Sareb». Lástima que no se trate -¿aún?- de inversiones productivas.

En todo caso, acaba de irrumpir en la fanfarria el instrumento que más desafina: el IPC detecta una bajada interanual de los precios. El fantasma de la deflación ronda de nuevo. Y aunque se trate de un abaratamiento coyuntural, el descenso de los precios presenta trazas de anemia. Síntoma especialmente preocupante si tiene su origen en un exceso de oferta, a pesar de los duros ajustes realizados en las empresas hasta ahora, y una creciente debilidad del consumo. Si es así, apaga y vámonos: todavía no está el horno para bollos ni la calle para charangas cargadas de bombo.