Leer, sumar

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

09 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Hay evidencias mucho peores que la temida prima de riesgo, por mucho que insistan en los mentideros económicos. Como ese estudio de la OCDE que sitúa a España en el último puesto en matemáticas, y en el penúltimo en comprensión lectora. Y no, no son los niños. Son los adultos los que no acaban de entenderse con el Quijote y se hacen sopas de números y de letras. Con estos mimbres, no es de extrañar que tras años de suspensos en el informe PISA, que sí evalúa a los pequeños, la educación siga siendo un barco sin gobierno o, mejor dicho, con cada gobierno de turno dejándola a la deriva. Por turnos, han empujado el columpio, que ha ido de un lado a otro mareando a padres y alumnos. Rompiendo con lo anterior, sin mirar al pasado ni al futuro. Un escritor y guionista indio decía que avanzar en ciertas cuestiones es como jugar con una piedra atada a un cordel. Si los giros son lentos, acaba cayendo al suelo. Si se le da demasiado impulso, acaba volando fuera de control. Cada nueva ley educativa ha lanzado piedras al camino de los estudiantes. Y, en un contexto en el que la acción de las tijeras y el cúter va mucho más allá de las clases de manualidades, el horizonte no invita al optimismo. Quizás tampoco sea tan importante leer, sumar, restar, multiplicar, dividir. ¿Quién necesita contar los aviones del aeropuerto de Castellón? ¿O leer sus derechos en la Constitución? ¿O dividir entre los ciudadanos el total del rescate bancario? ¿O multiplicar lo que se han tragado corrupciones varias? Al fin y al cabo, en este mundo y en este momento pocas veces dos más dos son cuatro.