Ser útil a los ciudadanos

Pablo Mosquera
Pablo Mosquera EN ROMÁN PALADINO

OPINIÓN

07 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Ser útil a los ciudadanos no es algo tan obvio. Y sin embargo es la razón de ser y estar de los partidos políticos, que la dejaron en el olvido al haber convertido la democracia en partitocracia. Solo así se explica el funcionamiento de tales empresas para disfrutar o controlar el poder popular. Ser un partido útil -cual ha de ser el objetivo de Gómez Besteiro- es tan obvio como conectar y responder a las demandas ciudadanas. Pero siguen siendo imprescindibles las viejas virtudes platónicas y aristotélicas de la cultura y la decencia.

El nuevo líder del PSdeG no ha dicho nada sobre soberanía, justicia y economía social, derechos constitucionales, socialismo para el siglo XXI en la Europa gobernada desde Alemania -curiosamente, donde Felipe González tuvo mejores amigos y aliados para la construcción de un espacio que nada tenía que ver con los mercaderes-, el rescate por las golferías de los banqueros, el abandono de las clases populares y la alternativa de la emigración para evitar a los jóvenes formar parte de las nuevas legiones de parias en la tierra.

Otros deberes: buscar la normalidad, terminar con el ruido que llega desde el Parlamento. Es evidente que la norma en política es trabajar para la mayoría social; no se puede ejercer de empleado distinguido para la clase empresarial, a la que se ha dedicado la reforma laboral, evitando subir sus cotizaciones a la Seguridad Social, cuando la única posibilidad para sostener tal espacio está en aumentar los ingresos de la caja única.

Pero a veces, cuando aplican el rodillo sobre los derechos sociales, incluso fundamentales del ciudadano, es necesario dar un puñetazo en la mesa. El tejido social de Galicia se siente maltratado por los que mandan y abandonado por los que deben oponerse. El silencio, como la paz de los cementerios, «no la queremos aquí, que queremos libertad y dejar ya de sufrir», que decía la vieja canción libertaria.

Para ser el referente de la izquierda hay que ser, comportarse y comunicar con espíritu de izquierda, sin complejos, sin miedos burgueses, sin cómodas lealtades a las curias.

La gresca que no gusta al presidente de la Diputación de Lugo está en la reforma de las pensiones, entre el coro de expertos amaestrados y el poder adquisitivo de quienes han dejado vida, sudor, salud, trabajando y cotizando más de cuarenta años, mientras los parlamentarios buscaban fórmulas ad personam.