Una comida familiar de las miles que se celebraron este verano. Una charanga de las que actúan en las fiestas de Galicia. Un partido de fútbol de solteros contra casados. Treinta y un participantes en cada acontecimiento. Igual al número de personas en las que se ha rebajado el paro durante el mes de agosto. Exactamente una al día. ¡Noticia bomba!, que diría Evelyn Waugh.
Si no fuera porque el presidente Rajoy lo vendió en Soutomaior a bombo y platillo y porque De Cospedal utilizó la cifra para parapetarse contra Bárcenas, no merecería la pena referirse a ello. Pero es que nos han vendido la reducción del paro de agosto, por anticipado, con trompetas y clarines y ahora resulta que el número es ridículo, sobre todo frente a los casi cinco millones que nos quedan por emplear. Tan ridículo que Galicia, sin aspavientos, logró rebajar la cifra cien veces más que el global del Estado.
Como no hay qué llevarse a la boca aprovechan cualquier migaja para hacerlo. Pero celebrar como gran acontecimiento 31 nuevos empleados, eso sí con caída de la contratación, debería de avergonzarlos. Y debería, también, de hacerles reflexionar en qué situación estamos cuando se convierte en noticia bomba este insignificante hecho. Que el paro se redujo en España en tantas personas como se suben a un microbús para irse a la romería del Naseiro.