Avisadores de radares

Gonzalo Ocampo
Gonzalo Ocampo EL RETROVISOR

OPINIÓN

19 jul 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Es constante e intensa la publicidad que cuenta las excelencias de los avisadores de radares. Más que útiles, parecen prodigiosos y su uso parece revestido de legalidad por salvar la sibilina redacción de un precepto de la Ley de Seguridad Vial que prohíbe instalar en los automóviles instrumentos que se encaminen a eludir la vigilancia de los agentes de tráfico.

Todo parece bien, pero ese punto en el que se dice que los avisadores coadyuvan a una conducción segura es más que cuestionable. El aviso de un radar próximo -fijo o móvil- no parece que tenga otra finalidad distinta a la de moderar la marcha del automóvil para ajustarla a los límites de velocidad establecidos. En otro sentido, tal vez la dependencia de los avisadores aleja de la motivación fundamental para el modo de conducción más coherente: el que prioriza la obediencia al sistema normativo.