Algo falla en la credibilidad del Partido Popular. Cuando su presidente, el señor Rajoy, dice que no tiene nada que temer, y cuando su secretaria general, señora De Cospedal, asegura que «tenemos total tranquilidad» y, sin embargo, los medios informativos dicen todo lo contrario, algo falla en la credibilidad del partido gobernante. Alguien inventa la situación: o los periódicos, empeñados en imaginar una manta de la que va a tirar Bárcenas hasta dejar al partido a la intemperie, o el propio partido, empeñado en convencernos de su limpieza... «salvo algunas cosas», que diría don Mariano.
Este cronista está empezando a creer que hay exageración por ambas partes: ni hay tanta basura que sacar a la luz, ni el PP está tan limpio como dicen sus mandos. Como hemos explicado alguna vez, Bárcenas enseñó los dientes para asustar. Puso papeles a disposición de un diario, inició contactos con periodistas y sugirió que tenía mucho más para que Rajoy detuviera las acciones de la policía y de la Fiscalía contra él. No le sirvió de nada, como demuestra el hecho de que hoy está en la cárcel. Ahora, con el imparable aparato judicial en marcha, solo le queda una salida: morir matando. ¿Lo hará? Y, de hacerlo, ¿cuándo sería el momento? Ese es todo el suspense, que no es poco. Pero no debiera ser suficiente para montar la teoría de un PP acobardado.
Lo lamentable de todo eso, insisto, es la baja credibilidad del PP y sus portavoces. En condiciones normales, la palabra de un presidente debiera ser bastante para despejar incógnitas y temores. ¿Qué es lo que falla? La forma que el PP tuvo de reaccionar: la primera insistencia de Rajoy en no dudar de su antiguo tesorero; las mentiras iniciales en la información de la baja y el finiquito aplazado de Bárcenas; la penosa estrategia informativa de no responder a las preguntas, de aparecer a través de un plasma o de inventar fabulaciones como la fantasmagórica «causa general contra el PP»?
Todo eso demuestra que el miedo a Bárcenas ha existido, aunque ahora se niegue. Y si el miedo ha existido, ha sido por algo; razonablemente, porque Bárcenas sabe mucho. A un partido no lo asusta cualquiera: lo asusta quien tiene instrumentos creíbles para el chantaje. Un partido no se acobarda ante los juegos de un presunto delincuente: se acobarda ante quien conoce sus manejos económicos. ¿Cómo se sale de esta? Me temo que solo hay la tradicional «solución Rajoy»: que el tiempo lo cure todo. Del resto, el PP no se va a dar por enterado, como es natural: ni de los sobresueldos, ni de las comisiones, ni de la presunta financiación ilegal. Pero en esos capítulos no espero nada de la manta de Bárcenas. Lo espero todo del juez Ruz. Si le dejan continuar.