Un crac

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

05 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Pasó el temporal de despedidas. Toca escribir en frío para hacerlo muy caliente. Alfredo Landa era un crac, como lo fue en las películas con ese título. Un santo inocente, un bandido en la fraga de Cecebre. Lo que hiciera falta. Pocos artistas logran que su apellido se convierta en un adjetivo. Pocos, dar nombre a un movimiento. De Landa, landismo. Y el landismo no son películas de suecas. El landismo es mucho más. Es una parte de este país, es un carácter español. Landa subía al escenario y, si quería, se convertía casi sin esfuerzo en el ciudadano medio. Un tipo de andar por casa, el padre que lee en el sofá del salón. Alguien cercano, de rasgos y de palabras. Navarro de Pamplona, ganó dos Goyas, Goya de honor, aparte. En el festival de Cannes tocó el cielo al compartir con otro grande, Paco Rabal, el premio de interpretación del certamen francés por Los santos inocentes. Detrás de la pantalla, la escritura pulida, única, como un espejo, de Delibes. Delante, Rabal y Landa, en un duelo que convertía las palabras de Delibes en verdades eternas. Fue también Sancho Panza para el Quijote de Fernando Rey. Y es que Landa también llenó los teatros e hizo mucha televisión. Parece que en vez de atracarnos a las tres nos atracaron a todos en mayo cuando lo perdimos.