La fábula del poderoso y el aspirante

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

03 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Aunque los protagonistas de esta historia son de Madrid, quizá les interese porque es un diagnóstico de las actitudes de la clase política. La historia dice así: érase una vez (ayer mismo) una encuesta que decía: que el PP perdería la mayoría absoluta en la comunidad; que el PSOE perdería escaños; que Izquierda Unida casi empata con los socialistas y que UPyD se convierte en árbitro para el Gobierno regional. Esto es un vuelco. Es la crisis del bipartidismo. Es la aparición de formaciones con papel decisivo en el futuro inmediato. Y, como detalle añadido, es la ascensión -parece que en toda España-de un partido que quiere proclamar la república. No sé qué perspectiva es más inquietante.

Publicada la encuesta, comenzaron las reacciones. ¿Y qué cree usted que hicieron los líderes perjudicados? Don Ignacio González, presidente del Gobierno regional, puso en positivo los datos y dijo que el PP sigue siendo la primera fuerza. Lo interesante es la caída del PSOE. Al mismo tiempo, don Tomás Gómez, oponente y candidato socialista, no pudo negar que su partido anda tocado, pero lo importante es que el PP pierde aceleradamente su hegemonía. Ambos se quedaron tan anchos después de su brillante análisis y de esa fina, indescriptible, inconmensurable capacidad de autocrítica.

Hoy Quevedo no escribiría «ándeme yo caliente / y ríase la gente», sino «lo mío me importa un higo / si se hunde el enemigo». El caso es recrearse en la desgracia del adversario. El del poder piensa: si el adversario también anda mal, puedo seguir en el machito. El de la oposición razona: si el gobernante empieza a caer, yo tengo más posibilidades. Si yo les replico: oiga, que es usted el que se hunde, ellos responderán que menos que el contrincante. Así hacen sus discursos, así se justifican, así tranquilizan sus conciencias. Espero que solo sea ante la galería y que de puertas adentro hagan un examen más sincero. Pero tampoco confío demasiado: están tan ensimismados que no alcanzan a ver lo que ocurre en el exterior.

¿Y qué ocurre en el exterior? Que el ciudadano se está cansando de ellos. Cuando hay que ir a las urnas, los apoya por voto útil. Cuando solo le piden opinión para un sondeo, los abandona. Si es de derechas, prefiere la claridad de Rosa Díez, que por eso crece en toda España. Si es de izquierdas, conecta mejor con IU, donde Cayo Lara ya sueña con sobrepasar a Rubalcaba o a quien le suceda. Pues bien: que PP y PSOE sigan recreándose en la desgracia del competidor directo. Cuando acabe el recreo, otros los habrán echado a ellos. Y el país, hacia una política radicalizada. Que eso es lo que se está cociendo en el horno nacional.