«Rule, Britannia»

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

21 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Esta semana me fui a dar un garbeo por la feria del libro de Londres y me topé de bruces con el entierro de la Thatcher. Lo cierto es que por la calle mucha gente no había, y la que había llevaba casco azul. Parece que todo el mundo estaba dentro de la basílica. Eso sí, las tertulias de la BBC echaban chispas. Es curioso que la dama de hierro se haya guardado esa última baza. La baza de la arrogancia, la de seguir mandando después de muerta, como el Cid, como Jesús Gil, como José María Aznar. Se quejaban los tertulianos de que la ex primera ministra hubiese obligado a sacar el imperio del armario para honrarla, que hasta la condesa de Murillo asistió a la ceremonia de la catedral de Saint Paul; y cómo impuso la coreografía fastuosa de su propio funeral. Otra cosa que duele en la BBC son los aplausos del público, tan incorrectos en esas circunstancias, pero todo se achaca a la falta de bombines, que ya no se llevan y que en los buenos tiempos uno se quitaba en señal de respeto. Y yo, ya puestos, decidí darme un baño de imperio y, poco después de que el féretro saliera del Parlamento, me fui a la abadía de Westminster para visitar la tumba de Kipling. Quizá la gran frustración de Margaret Thatcher fue la de no ser enterrada junto a él, pues en Inglaterra si no te entierran en la abadía no eres nadie. Pero yo me alegro por el bueno de Rudyard, porque le iba a dar muy mala eternidad. Una mujer con el peor pecado para los británicos: su absoluta falta de sentido del humor. Descanse en paz.