De Cospedal y el nazismo puro

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

OPINIÓN

15 abr 2013 . Actualizado a las 11:43 h.

Tildar los escraches de «nazismo puro», como ha hecho De Cospedal, es una aberración histórica, ética y política, además de una grave ofensa a los millones de víctimas del Tercer Reich. Este disparate puede ser fruto de una supina ignorancia o de una sobreactuación calculada. O, lo que es más probable, de una combinación aviesa de ambas. Creo que la PAH, que está llevando a cabo una labor admirable, se ha equivocado con esta estrategia de acoso a los políticos del PP en sus domicilios, en la que por cierto hasta ahora no ha habido ningún episodio reseñable de violencia física. Pero nazismo puro, señora De Cospedal, fue demonizar, echar de sus trabajos, robar sus casas y propiedades, agredir y matar a los judíos en una primera fase y, más puro todavía, proceder luego a su exterminio sistemático. Esto lo perpetró un régimen que detentaba todo el poder tras aplastar cualquier oposición interna. ¿Qué tiene que ver aquello con una protesta de ciudadanos desesperados en una democracia contra unos políticos que cuentan con la protección de las fuerzas de seguridad y de la ley? ¿Quiere decir la secretaria general que los dirigentes populares son los nuevos judíos y Ada Colau un trasunto del mismísimo Führer? El ridículo debería tener sus límites. Ya Leo Strauss en los años 50, con su reductio ad Hitlerum, y Mike Godwin en los 90, con su famosa ley, denunciaron el uso y abuso de las analogías con Hitler y el nazismo como arma arrojadiza en los debates y pusieron de manifiesto que revela pobreza intelectual. Trivializar lo que representa el mal absoluto es echar más gasolina al fuego de una situación social explosiva.