No lo hacemos por mal. Lo hacemos lo mejor que sabemos, pero es que más allá de los Pirineos son demasiado exquisitos. Ahora vienen a decirnos que la normativa de los desahucios es ilegal y abusiva. Y Mariano y Gallardón, tan obedientes, ya lo han dicho. Cambiamos lo que haga falta. Porque no es por no querer. Si hubiéramos sabido que esto era un abuso, ya lo habríamos solucionado.
Hasta ahora a los desahuciados los tratamos como lo que eran. Unos tipos que no pagaban las hipotecas porque no querían, a los que había que sacar de sus casas arrastras y a palos antes de que se lanzaran por la ventana. Aunque después la casa quedara vacía. Y ya de paso había que moler a golpes también a los que pedían la dación en pago y otras tonterías por el estilo. Para que aprendan. Cultura hispana, que se dice.
Nosotros tenemos métodos muy personales para solucionar estos problemas. Como los que aplicamos a los de las preferentes. Disuélvanse, que están molestando, y no me cuenten su vida. Y se les arrea, que es lo propio. Pero estas formas tan nuestras no gustan en Europa. Allí se deben a los ciudadanos. Aquí estamos del lado de los financieros. Porque nos encanta la carroña.