El coche

Gonzalo Ocampo
Gonzalo Ocampo EL RETROVISOR

OPINIÓN

20 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Una reciente información de este periódico muestra el deterioro de carreteras nacionales en su recorrido regional. ¿Qué le queda al poseedor de un automóvil? Poco, porque es el centro de todas las dianas de la fiscalidad rampante. Nada regala el automóvil. Cuesta adquirirlo, cuesta mantenerlo en marcha y cuesta mantenerlo inmóvil. Cuesta el carburante, con precios casi siempre al alza, cuesta utilizarlo en viales de primer rango -autopistas- y tal vez cueste a no tardar en los de rango segundo -autovías-. Es preceptivo el pago de un doble impuesto de igual naturaleza, a la Hacienda estatal por adquirir, a la hacienda municipal, por usar. Por otra vía esperan a plazos fijos las ITV. Cuestan ciertas licencias, las tarjetas de transporte, los estacionamientos en suelo urbano y otras cosas más.

¿A cambio? Pues dispone «gratis total» del chivo expiatorio de no muy buenas carreteras estatales. Y que Dios nos libre de multas y de accidentes.