Una jaula de grillos

Enrique Castellón
Enrique Castellón PUNTO DE VISTA

OPINIÓN

02 ene 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La confusión caracteriza el debate -por llamarlo de alguna manera- sobre la sanidad en España. Los que sostienen alguna opinión lo hacen en planos distintos, hablando de cosas diferentes, por lo que la comunicación es imposible y, ni que decir tiene, el acuerdo es una entelequia. También están quienes -¡hay que dejarse ver como sea!- no sostienen ninguna opinión como tal y se limitan a poner en tela de juicio, sin base ni rigor, cuando no manipulando abiertamente, la opinión de los demás. Es sorprendente, por otro lado, que estas personas, grupos o instituciones estén exentos (as) de la carga de la prueba, que endosan descaradamente a quien hace alguna aportación, con el beneplácito, todo hay que decirlo, de algunos medios que también andan bastante despistados. La cooperación, la búsqueda de puntos de encuentro, todo lo que es crítico en situaciones complejas, brilla por su ausencia. Para completar el despropósito, hay mucha gente, demasiada, que habla de oídas, sin contrastar mínimamente la (des) información que recibe, en un irresponsable ejercicio de máxima economía de esfuerzo. Algo sorprendente porque se trata de personas que, por lo demás, en su faceta profesional saben de sobra que informarse bien es condición previa a la adopción de cualquier actitud.

Las Administraciones públicas también hacen una generosa aportación al caos. Perdidas en su propio laberinto presupuestario y al borde de la histeria no piensan, ni escuchan, ni hablan sosegadamente con quien podría aportar algo de luz. Simplemente actúan, nerviosa e impulsivamente y cortan más por lo sano que por lo enfermo, con los resultados que cabe esperar. De todo ello se regocijan los defensores a ultranza de un statu quo vigente desde ya no se sabe cuando, que abominan de cualquier cambio y extraen del inmovilismo sus rentas y todo tipo de prebendas.

En medio del torbellino emerge, afortunadamente, alguna agarradera. Hay instituciones (por ejemplo, en el ámbito de la economía de la salud) que llevan bastante tiempo analizando la poca información que nuestro sistema produce -y aún menos ofrece a la consideración general- y planteando medidas basadas en datos y en hechos objetivos. Algo que no parece estar al alcance ni de la Administración ni de algunos agentes que se llaman sociales. Recientemente, un puñado de clínicos de la sanidad madrileña, aupándose sobre la frivolidad y mediocridad rampante y con escasos medios, ha aportado argumentos sólidos que se sostienen sobre números concretos. Hay que agradecerles el esfuerzo. El resto es ruido.