Dicen que no se lee. Que el libro está tocado. Pero dicen tantas cosas. La última Feria del Libro de Guadalajara, conocida como FIL, fue una noticia de lo contrario. La asistencia de público superó las 650.000 personas. Y las ventas crecieron con respecto al año anterior en un quince por ciento. Otro acierto de la feria fue dedicar esta edición a Chile. Chile es una literatura en sí mismo. Con apenas poco más de 17 millones de habitantes, los chilenos escritores asombraron desde siempre a la historia. Y entran con letras de gigante en las enciclopedias. Qué decir de Pablo Neruda, que hacía poesía con el diccionario al completo. Pero es que son muchos más los nacidos en ese rincón del mundo (tal vez por ser rincón tengan tanta capacidad para escribir tan bien) los que hacen sonar de forma extraordinaria el piano de las letras. De Jorge Edwards a los más vendidos, como Isabel Allende, Antonio Skármeta o Luis Sepúlveda, tiene facilidad para lo sensible. Otro genio de ese país es el inmenso Roberto Bolaño. Pero apunten otro nombre, Alejandro Zambra, quien con solo unas frases nos hace notar la inmensidad de la literatura. El éxito del FIL, el triunfo de Chile, buenas noticias para soñar con esos cuentos de nunca acabar que son los libros.