Si los hilos del Banco de España y del comisario español de la Competencia no los moviera la larga mano de los lobbies financieros europeos (con los seis grandes bancos españoles incluidos), la bancarización primero y privatización después de las cajas zombis españolas no habría seguido la hoja de ruta que ha seguido. Pero como se ha seguido su guion escrito de antemano (con cambios legislativos ad hoc, memorandos, exigencias de capital y pruebas de estrés a medida), ya estamos, casi, en el final. Con unos pequeños bancos rescatados que se van a liquidar o vender por un euro a toda pastilla, y un banco de gran tamaño -Bankia-, ahora público, al que se le permitiría continuar por ser sistémico.
Curioso reparto de papeles. Porque saben bien nuestros bancos centrales y la Comisión de la Competencia que el mayor riesgo se concentra en aquellas entidades demasiado grandes para caer. Son estas las que tienden a incurrir en riesgo moral y a engañar a gran escala. Lo lógico sería justo lo contrario. Trocear esa entidad en varias regionales de ámbito geográfico reducido y junto a otras, como Novagalicia Banco, ahora circunscritas al mercado regional de origen, obligarlas a que retomen el buen camino.
Sobre todo porque todos los españoles nos estamos endeudando, tanto en el banco malo como en fondos de rescate europeo, para sanear los pufos que dejaron los generales del ladrillo, y porque muchos de sus trabajadores y accionistas van a pagar muy caro que en los últimos años esas entidades se hicieran demasiado grandes, crecieran como un cáncer. Si esto es así, sería ahora un cachondeo que los bancos pequeños rescatados pasaran a venderse por un euro y el gigantesco rescatado -llamémosle Bankia Madrid- gozase de bula. Una burla que, además, los mercados y los inversores solo van a manejar para complicarlo todo aún más.
De manera que mi primer milagro consistiría en declarar sistémicos (es decir, con derecho a continuar una regenerada vida) los pequeños de ámbito regional y trocear el grande y, hecho esto, mi segundo milagro consiste en que permanezcan como entidades controladas públicamente, evitando malvenderlas o liquidarlas. En Alemania y en Francia tienen criaturas de esta naturaleza -nosotros tuvimos una razonable con Argentaria- y nadie se rasga allí las vestiduras. Homologarse con los grandes de Europa en vez de seguir en un Celtiberia show que, además, puede acabar como el rosario de la aurora. Porque algunos depredadores españoles que esperan su ración en este festín podrían incluso indigestarse? cosa que agradaría sobremanera a sus vecinos depredadores europeos.