Siete de la mañana. Paseo marítimo de A Coruña. Asoman en las marquesinas de los autobuses carteles de algunos candidatos, iluminados, que dicen poco. Por más que usen el nombre de Galicia en vano. Son imágenes y personajes ajenos, que nos hablan desde la lejanía. Déficit, financiación, Galicia de primera, la decisión de Galicia. Algunos nos gobiernan desde hace más tiempo del razonable, otros fueron gobernantes de escaso tiempo. Todos se presentan como novedad y ni en sus discursos ni en sus señuelos es posible percibirlo. No nos explican cuál es nuestro futuro de ciudadanos, ahormado por sus decisiones cuando fueron Gobierno, y a que nos convocan ahora para encontrar una salida a Galicia, en Galicia, para sus ciudadanos. Ninguno dice nada del paro o la emigración de los jóvenes. Ninguno asume su parte de responsabilidad en la Galicia que han gobernado. Responsabilidad mayor en el caso de los populares por más que, según ellos, todo haya comenzado con Zapatero y el bipartito.
España tiene una proporción de paro entre los jóvenes de más del 52 %, al igual que Grecia, y lejos de la de Alemania u Holanda, que apenas llegan a un 8 %. No es un problema de formación. Nuestros hijos están capacitados para trabajar fuera de España, también en Alemania o Bélgica. Incluso en Cataluña, Madrid, el País Vasco o Canarias. Y por supuesto el Reino Unido, Irlanda, Chile, Brasil o Canadá. Desconozco a quienes han vivido por encima de sus posibilidades, pero como nuestros padres, muchos nos hemos esforzado por que nuestros hijos tengan un futuro razonable.
Leo en La Voz una carta de Xavier Alcalá. Habla de los hijos, de los nuestros, «do maior drama das nosas vidas», de su paro, de su emigración. Días antes en su blog, Carlos Duarte, uno de los investigadores científicos marinos más capaces, miembro del Consejo Científico Europeo, y antiguo alumno de la Universidad Laboral de A Coruña, escribía un post: «Mi hija emigra hoy». Estremecedor alegato autocrítico con la sociedad que construimos o dejamos, en silencio cómplice, construir.
No conozco a más de un 10 % de padres que tengan a sus hijos trabajando en Galicia. Lo que no es extraño, pues el paro no es uniforme, y a mayor nivel formativo más posibilidades de trabajar. Y en Galicia, trabajar es emigrar. En esas reseñas de los debates, en esas entrevistas electorales, en esas miradas de cartel iluminado, nuestros líderes, los de cada uno si los tiene, no se atreven a hablar del paro, desempleo, precariedad y emigración.
Milonguean con el déficit, la austeridad predicada, la educación infantil, el buen gobierno, el más con menos, los floteles, la liga de las nacionalidades históricas, el cupo gallego deficitario, pero con el futuro, o contra el futuro, no se atreven.