Alcohol

Gonzalo Ocampo
Gonzalo Ocampo EL RETROVISOR

OPINIÓN

19 sep 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Paradigma de la adversidad en grado mayor en el ámbito del tráfico, podría ser este accidente reciente, de Lalín, en el que una peregrina pierde la vida, en tanto un peregrino resulta herido, tras ser arrollados por un automóvil cuyo conductor circula en estado de embriaguez. De nada han servido a los caminantes ni su marcha diligente ni el uso de chalecos protectores. Es ejemplo palmario del daño extremo que alcanza la necia decisión de un individuo incapaz de usar de la razón.

Cierta sentencia judicial decía que «el alcohol no solo debilita la voluntad y la atención sino que retrasa peligrosamente la reactividad del conductor en cualquier emergencia haciéndole perder el gobierno del vehículo». Las campañas institucionales acerca de este asunto se suceden, desde que en 1985 Stevie Wonder las iniciase con el enunciado célebre: «Si bebes no conduzcas?». Pero parece como si ciertos hechos, con génesis en conductas amorales, escapasen de cualquier previsión. ¿Algo nuevo podría hacerse? Educar o reeducar en este mundo de hoy sobre el uso de esta droga social en relación con el automóvil es utópico. ¿Tal vez cabe entonces el diseño de otros modos de vigilancia del tráfico? Quién sabe.