Lo de Cataluña, eso que Rajoy llama algarabía, no lo vamos a arreglar diciendo que no saben lo que piden, ni recordándoles que forman parte de España desde hace cinco siglos. Ni tan siquiera amenazándolos con que el Barça no juegue la liga española. Que mira qué cosa tan importante. Lo de Cataluña se soluciona, como todo, hablando, razonando, negociando, acordando y pactando. Que es lo que no queremos hacer.
Nos gusta llamar problema a todo aquello que queremos obviar. Y a las ansias independentistas de Cataluña, partiendo del hecho de que no todos los que estaban en la manifa lo eran, ni Mas lo fue hasta anteayer, le llamamos lío y lo dejamos correr a ver si el tiempo lo soluciona. Es lo que hicieron los unos pactando a escondidas lo imposible, y los otros, atizando la hoguera. Y lo que está haciendo Rajoy, que a día de hoy aún no ha dicho esta boca es mía, y Rubalcaba, que fuera mejor que no la abriera.
Llevamos 33 años ocultando las heridas con tiritas. Y mejor nos hubiera ido si les hubiésemos aplicado puntos de sutura. Se hace lo que haya que hacer. Nos ajustamos a las leyes. O si es necesario se cambian. Pero esto de volver la mirada hacia Poniente no va a dar buen resultado. Y desde luego no lo vamos a solucionar no queriendo enterarnos. Como los topos.