10 sep 2012 . Actualizado a las 06:00 h.
Apenas cuatro meses después de su desembarco en el Elíseo, Hollande ya blande la tijera ante los atónitos ojos de los franceses. Treinta mil millones son los que precisa encontrar para cuadrar las cuentas y devolver al país al anhelado crecimiento económico. Más impuestos para hogares y empresas y menos gastos en educación, seguridad y justicia son los ingredientes de la pócima que han de tragar los galos. Y es que, en esta vieja Europa ya casi nadie está libre de sablazos. Es lo que tiene habitar en el reino de la austeridad. Y todo en aras de la bendita confianza de los mercados. Pero cómo demostrar que seremos capaces de pagar las deudas cuando, al final, la lógica siempre se impone. Y esa dice: «Los países que no crecen no pagan».