Entre Merkel y Rajoy pocas palabras bastan

OPINIÓN

06 sep 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

La señora Merkel llega a España en medio de tres presagios ciertamente negativos: el recurso al fondo de prevención de riesgos para pagar parte de las pensiones; la fuerte crisis social provocada por la desaceleración económica y la progresión del desempleo; y la evidencia de que la financiación de las autonomías hace agua en las dos vertientes de la sostenibilidad y la suficiencia. Y eso es tanto como decir que, al contrario de lo que por aquí se nos quiere hacer creer -que solo tenemos un desajuste financiero que se podría atajar con una decidida intervención del Banco Central Europeo-, estamos ante el peor de los diagnósticos: una crisis que nos tiene al borde de la insolvencia y del crac de los servicios públicos, y cuya solución precisa, además de rescates y recortes de gran envergadura, una rebaja sistemática del nivel económico en el que nos habíamos instalado. Las cosas están tan claras, y son tan graves, que nadie puede entender qué es lo que espera el Gobierno para dar carta de naturaleza al rescate financiero, para encomendar la reestructuración bancaria a un cirujano de hierro, y para formalizar la petición de un rescate general que, además de librarnos de las angustias que asoman por todas partes, empiece a aceptar las condiciones del memorando que ha de regir la salida del burato. Porque cada vez es más evidente que ya no hay nada que decidir ni nada que no se sepa, y que los devaneos de Rajoy en busca del rescate que no sea rescate, de la solución que no nos empobrezca, y de las ayudas incondicionales y a fondo perdido solo pueden traernos riesgos sistémicos más peligrosos que los que ya tenemos.

Por eso creo que Merkel y Rajoy pueden entenderse hoy, perfectamente, a pesar de que ni Angela sabe una palabra de castellano ni Rajoy una sola palabra en alemán. Y digo esto porque sé de buena tinta que la canciller lleva una semana aprendiendo a decir «¿A qué esperas, Mariano?», y que el presidente español ya sabe decir con razonable pronunciación Jawohl y Natürlich!, palabras ambas con las que puede asentir con cierta reverencia a las imperativas y sugerencias de la ilustre visitante.

Con tal bagaje lingüístico la señora Merkel podrá decirle a Rajoy que pida pronto los rescates, que afronte las duras decisiones del memorando, que no maree al BCE y que lo deje trabajar tranquilo, que no se amilane ante las duras perspectivas de la reestructuración bancaria, que aborde con sinceridad la situación financiera de las autonomías, que no deje deteriorar más el sistema de pensiones y que no repita con acentos liberales el cuento de la lechera. Y Rajoy podrá decir, sin necesidad de traductores que rompan el calor de la conversación, Jawohl y Natürlich! Porque no hay nada más fácil, como diría el propio Mariano, que «hacer lo que hay que hacer» y «apostar por más Europa».