Márquez y las sirenas

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

08 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

El loro puñetero que le costó la vida a Juvenal Urbino anda alborozado porque su creador ha perdido la memoria. Márquez está demente así que sus neuronas no volverán a impulsar historias mágicas hacia los dedos que dieron vida a la cándida Eréndira y su abuela desalmada. Casi el mismo día que el hermano del Nobel certifica que Gabriel García ha empezado a morirse, el Gobierno de Estados Unidos aclara que las sirenas no existen. Pero no hay nada que insufle más vida que emitir una garantía de muerte. Que se lo digan a Peter Higgs, que en 1964 formuló una teoría que cincuenta años después ha resultado ser cierta. La partícula que imaginó y que permite a nuestros átomos vivir juntitos y no competir a la velocidad de la luz en una carrera sideral sin sentido ni fin estaba justo donde él supuso que estaba. Como el dinosaurio de Monterroso, cuando el miércoles Higgs se despertó su bosón todavía seguía allí. De hecho, quizás el dinosaurio era el mismo bosón. El escritor hondureño explicó un día que las interpretaciones sobre su fábula hiperbreve eran tan infinitas como el universo mismo. Así que hay que tener cuidado con lo que se imagina; no vaya a ser que se cumpla. Como las sirenas, que han resultado ser tan ciertas como los extraterrestres a los que en 1938 Orson Welles insufló vida radiofónica y millones de estadounidenses lo creyeron y huyeron despavoridos de sus casas atosigados por la invasión alienígena que solo existía en las ondas hercianas y en sus mentes. ¿O no? Si Higgs se imaginó su bosón antes de que existiera, el loro de Márquez y las sirenas quizás sean verdaderas. ¿No escuchan, acaso, cómo cantan?