Y a lo tiene en el dedo. LeBron James logró el anillo de campeón de la NBA a la tercera. Unos meses antes de cumplir los 28 años. Un tiempo antes que Michael Jordan, solo que Jordan después ganó otros cinco títulos. Dice LeBron que de la derrota que más aprendió fue de la del año pasado ya con Miami. No se puede vencer solo. Siempre hacen falta los compañeros por muy bueno que seas. LeBron ya fue adolescente prodigio y ganó la NBA a lo grande, con un triple doble, su especialidad en el partido definitivo contra Oklahoma. Oklahoma pecó de lo mismo que LeBron en su primer asalto cuando estaba en Cleveland. Los nervios hicieron un nudo con su juego. Y enfrente LeBron estaba desatado y encima se apoyó en Wade, en Bosh, pero también en Battier. La ciudad de Miami enloqueció con el título. Hubo coches, bocinazos y desfile en el Big Miami Bus, un bus descapotable rojo muy de Londres. Todo espectacular. Casi tanto como el juego de los campeones. LeBron superó su obsesión ante veinte mil hinchas. Pero ahora le esperan otros dedos de la mano para ponerse más anillos y convertirse en leyenda. Él que tiene el físico de una torre de asalto y se mueve como una gacela. El jugador del siglo XXI.