Claro que son el tercer problema

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

25 abr 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Ahora que han empezado a debatir los Presupuestos, tengo ganas de hacer una sentada ante el Congreso con una pancarta que se limite a preguntar: ¿se puede saber qué os pasa? Tengo ganas de hacer eso, por dos razones. Una, de ahora mismo, porque España atraviesa un grave momento, de desconfianza interna y externa, que nos hace estar en recesión, pagar más caros los intereses de la deuda y tener a la sociedad deprimida. ¿Y qué hacen los representantes de esa sociedad? Lo que hicieron siempre: ponerse a aprobar las cuentas públicas sin un mínimo gesto de unidad, cuando menos de colaboración, con insultantes descalificaciones mutuas. No merecen una sentada. Merecen una solemne pitada.

La segunda razón, por el precedente inmediato de las actitudes del Partido Popular y el Socialista. Caso PP: Bruselas confirma los datos de déficit del año 2011 ofrecidos por Rajoy. ¿Y cuál es la reacción de la secretaria general del partido? En vez de ensalzar el acierto de su presidente, dicen que Zapatero había mentido y engañado al país. Naturalmente, la prensa adicta entendió ese mensaje como más importante que la recaída en la recesión. Es evidente que hubo una diferencia de dos puntos y medio entre el déficit admitido por el Gobierno anterior y el descubierto por el actual; pero dudo que Zapatero o Elena Salgado hayan mentido de forma deliberada, entre otras cosas porque sería inútil. Creo más bien que no han sabido controlar las cuentas de las autonomías.

Caso PSOE: impotente para forzar al Gobierno a una mínima rectificación, acude al recurso de la calle y llama a los suyos a movilizarse, bajo el argumento de que Rajoy desmonta el Estado de bienestar. Un partido de gran representación parlamentaria y con responsabilidad en la situación actual se comporta como un sindicato o una fuerza radical. Ignoro si temen que Izquierda Unida les coma terreno, si están empujados por los sindicatos, si tienen unas bases que están por la protesta, o se sienten liberados de sus obligaciones. Lo cierto es que un partido que que apostó por una oposición constructiva no da su mejor imagen incitando a la manifestación.

Trasladado todo eso al parlamento paralelo de los medios informativos y al debate político, significa que seguimos en una confrontación absurda que consiste en echarse la culpa unos a otros, mientras aumentan su distancia y su discrepancia. Se siguen comportando como si estuvieran en campaña electoral. No saben hacer política, si no es contra el adversario. No ayudan a construir, sino a defender su parcela ideológica o sus franjas de poder. Van a tener razón las encuestas del CIS: después del paro y la situación económica, la clase política es el tercer problema de este país.